Nace en 1980 su hija mayor, colocándole el nombre de Beatriz Gabriela Andrade Serrano; las necesidades aumentaron. Para 1981, Rafael renunció a la Dirección de la escuela y le propuso a Andrade que ocupara su cargo, siendo entonces nombrado como el nuevo director para esa época; estaba mejorando todo, la estabilidad económica era más favorable. Deciden mudarse al municipio Barinitas; todo iba en buena marcha.
Al pasar el tiempo ya su familia estaba creciendo, aunque por motivos desconocidos se le muere un hijo varón, pero luego Dios los premia con dos hembras más, cada una con pocos años de diferencia, una llamada Liset Carolina y Gioconda Elizabet.
Su labor como director no le permitía pasar mucho tiempo con su familia, pero eso nunca fue obstáculo para ser un buen padre.
En la Dirección conjuntamente con los profesores se encargaban de elaborar los programas de estudio de Artes Plásticas de la escuela, Se publicó y difundió por radio y prensa el trabajo que ellos desarrollaban. Eso les trajo, como consecuencia feliz, el registro de numerosa matricula en la escuela. Los profesores Atala Maninat León, Rafael Vegas, Henry Alizo, Ivo Sánchez, Rosario de Mendoza, Nahír Peñaranda y Andrade se encargaban de las diferentes cátedras.
Esos dos años de trabajo productivo y laborioso se acabaron en un abrir y cerrar de ojos. Marzo del año 1984 un nuevo Gobierno recibía el poder del Estado y, por tal motivo, fue despedido sin tan siquiera reubicarlo a su cargo anterior como Maestro de dibujo y pintura a servicio de la Escuela de Artes Plásticas “Cristóbal Rojas”. Nuevamente las cosas se estaban complicando en la vida de Andrade.
Por ser padre de familia, necesitaba conseguir la manera de cómo alimentar a sus hijos y a su esposa, siendo botado de la escuela, buscó trabajo y lo que logró conseguir fue como cobrador de vehículos para la firma “Saldivia Motors”, manteniéndose por cinco años allí; renuncia al tiempo, porque el dueño rebajó los sueldos arbitrariamente, volviendo los tiempos de estrechez económica. La necesitad hizo que cambiara cuadros por comida, y a veces ni siquiera le pagaban el valor que tenían sino que le ofrecían miserias; trabajos de esa época adornan las paredes de familias italianas en Europa y de Canadá en América.
Acercándose el año escolar 1989, logra trabajar para la Unidad Educativa “Roberto Moreno Briceño” como maestro de aula del sexto grado. Volviendo la estabilidad económica a su familia.
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